Recojo aquí un retrato sin modelo,
reflejo de un sentir sin sentimiento,
un personaje que me viene al pelo
para expresar ingenuidad sin un lamento.
Y cual un niño que obedece a su maestro
y en su labor de clase plástica disfruta
me empeño en demostrar que soy muy diestro
aunque parezca alguna vez un hijo puta.
En el añil de algún naif adormecido
se desenvuelve lo sencillo a su acomodo,
el humo que se exhala en un vahido
carece de importancia en un recodo.
Por una imagen de una cara sonriente,
que me acompañe mientras hago mis faenas,
me pinto mis modelos , inocente,
con tal de imaginarme ya sin penas.
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