Trás otro largo castigo,
por hablar de maricones
a dios pongo por testigo
que me suda los cojones.
Po no hay que ser carajote
pa quererse hacer visible,
y cuando saca el cipote,
se le rompe to el fusible.
Y en la oscuridá profunda
del más asqueroso armario,
lo dejé pa que se hunda
como un chucho solitario.
Como un ministro marlasca,
en una mariconada,
me he comprao un rasca rasca...
y me ha salío esta portada.
Hasta que me larguen fijo,
que no me cierran la boca
ni un censor cabrón y pijo
ni una maricona loca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario